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INFORMACIÓN
Las nuevas herramientas tecnológicas, como el blockchain, el big data, la inteligencia artificial, la sensorización, la robótica, la teledetección o el “internet de las cosas” afectan a todos los sectores económicos y, en el caso de la agricultura, su impacto será tan profundo que cambiará radicalmente la producción de alimentos y el funcionamiento global de la cadena de valor, con la aparición de modelos disruptivos de negocio agroalimentario e induciendo profundos cambios estructurales.
Las tecnologías de la digitalización permiten el tratamiento de grandes volúmenes de datos. Los datos constituyen la materia prima para que diversas aplicaciones puedan ayudar al productor en la optimización de la toma de decisiones y permitir así la mejora de la rentabilidad, de la calidad de los productos, del medio y de la calidad de vida de los hombres y mujeres del campo.
Tenemos que prepararnos para recolectar, almacenar y procesar grandes volúmenes de datos de diferentes orígenes y, a partir de aquí, desarrollar aplicaciones capaces de responder en tiempo real a nuestros requerimientos. Las aplicaciones convierten información en conocimiento y permiten a los agricultores tomar decisiones mucho más precisas en relación a sus cultivos y animales, evolucionando desde una agricultura intuitiva a una agricultura científica.
En enero será obligatoria la puesta en marcha del sistema de información de explotaciones agrícolas y ganaderas (Siex), las explotaciones que deberán tener un cuaderno digital al que la Administración tendrá acceso en tiempo real, para poder comprobar los datos de cultivos y producciones en cada parcela, así como los registros de empleo de fertilizantes y fitosanitarios, entre otra información.
Perder el tren de la digitalización implica quedarse atrás en la optimización de los procesos que tienen lugar en una explotación agraria, lo que supone una pérdida de competitividad que dejaría a dichas explotaciones fuera del mercado en pocos años.